Wilfer Bonilla/COLAREBO
La sociedad Venezolana está hoy en revolución, ha materializado un vertiginoso proceso de desplazamiento de la élite punto fijista, ha revertido el trazo del modo de desarrollo neoliberal y ha transformado la política social focalizada en una política social garantista y universal, la cual en el ciclo de 12 años a pesar de la transgresión contrarrevolucionaria, ha logrado significativas transformaciones en la reducción de la pobreza y la elevación de la calidad de vida de los Venezolanos.
Sin embargo, la revolución Bolivariana, como todas las revoluciones reales, no teóricas, ni librescas, es una revolución asimétrica y diferencial pues no en todos los ámbitos y espacios la revolución se expresa y configura, hay grandes logros como grandes fracasos, hay espacios de flujo y reflujo, hay hechos heroicos, así como traiciones e infamias, es un proceso vivo que mantiene a Hugo Chávez como su creación, tan imperfecto y falible como el proceso mismo, tan lúcido y capaz de conducir la revolución en su ciclo nacional popular, como limitado y contradictorio en la conducción de las rupturas y la construcción en clave socialista.
Con todo esto, una postura crítica a este proceso debe seguirse construyendo desde adentro, desde la gente, jamás desde la desesperanza marginal, solo el trabajo y un modelo de acumulación de poder autónomo desde los territorios, las fábricas y los movimientos sociales, pueden superar los lados oscuros del proceso y aportar hacia su profundización en clave de revolución.
En el esfuerzo de construcción socialista en Venezuela, hay una distancia con el modelo de socialismo de estado, así como del modelo de la socialdemocracia europea, al estatismo socialista o socialismo del siglo xx se le cuestiona el cierre de la democracia como esfera esencial del socialismo, a la socialdemocracia se le cuestiona su abandono a la crítica de la lógica de acumulación capitalista y su perpetuación histórica.
Hemos ido aprendiendo que el socialismo no es una imagen de sociedad a construir, o un deber ser ubicado en el horizonte del tiempo; por el contrario el socialismo es ya, el socialismo es práctica social y rupturas emancipatorias cotidianas, construir el socialismo implica desestructurar permanentemente, día a día, las lógicas de reproducción del capital en la sociedad y en nosotros, en todas nuestras relaciones.
Las lógicas del capital son múltiples y combinadas[1], son lógicas que se expresan en la opresión política e interpersonal, la monopolización económica, el patriarcado y dominación de la mujer, la alienación y crisis existencial, la exclusión social o pobreza, la discriminación socio-cultural, la explotación y apropiación de la fuerza de trabajo ajena, la depredación ambiental.
La desestructuración de una relación o esfera de dominación del capital, implica la configuración a su vez, de una esfera de relaciones emancipadas, las relaciones emancipadas deben significar la vivencia de la democracia directa y ambientes democráticos de poder dentro de nuestras organizaciones, democracia económica, diversidad y multiplicidad de agentes económicos, democracia social e inclusión, conciencia crítica, humanización y sentido de la vida, relaciones de respeto y reconocimiento entre hombres y mujeres, aceptación, respeto y reconocimiento entre diferentes, cooperación, solidaridad y autogestión, así como sostenibilidad ambiental y prácticas de consumo crítico no degradante del ambiente.
Desde la complejidad que suponen las prácticas de construcción socialista, es necesario comprender que la ruptura de estas esferas de dominación y la construcción de esferas emancipadas requiere la existencia de uno o varios sujetos con potencialidad histórica para acometer cada tarea, de esto depende lo que se ha llamado las condiciones históricas para radicalizar la apuesta revolucionaria, de esto depende que la transición socialista, no restaure las relaciones de dominación del capital.
En la realidad Venezolana, pareciera ser que las tareas señaladas de rupturas en las diversas esferas, solo cuenta aunque con limitaciones, con sujetos portadores de potencial emancipatorio para las tareas de superación de la opresión política, la exclusión social y ruptura con prácticas monopólicas en las relaciones económicas y dependencia imperial; sin embargo la agenda de transformación socialista en otras esferas se muestra limitada por la inexistencia de sujetos sociales con altos volúmenes de conciencia crítica para superar las demás relaciones capitalistas existentes.
Por ejemplo, es palpable la inexistencia de conciencia autónoma, anticapitalista y no consumista en nuestros trabajadores, es palpable la conducta degradante del medio ambiente en la mayoría de pobladores, están vivas las relaciones autoritarias en los micro espacios de la organización popular, la gestión empresarial o pública.
La actual configuración coyuntural y estructural podría permitir que diversas corrientes del reformismo y el revisionismo concluyeran de manera acelerada y oportunista la imposibilidad de la construcción socialista, pero esto solo puede surgir si el socialismo se caricaturiza, si pensamos que el socialismo es una receta posible de aplicar a partir de un plan estratégico en el corto tiempo histórico de seis años, esta es la mirada que les interesa a los enemigos agazapados de la ruptura anticapitalista.
Nosotros pensamos por el contrario que no podemos afirmar que asistimos a una reversión del ciclo de revolución, ni del proceso de construcción socialista; por el contrario, el socialismo debe ser pensado y practicado, debe tejerse cotidianamente, debe disputarse en la dialéctica de avance y retroceso, debe lucharse con voluntad de poder y de sentido histórico a la par que vamos multiplicando las prácticas socialistas que ya existen en la sociedad venezolana en abierta lucha con las formas de relación capitalista, el desenlace aún está en juego, pero las reservas para la lucha son inmensas, el sujeto nacional popular revolucionario es un sujeto real cuyo peso político en la realidad venezolana no puede ser subvalorado por nadie.